Últimas noticias
- Los Collyer, vidas en ruina
- Otra inmersión con David Simon
- El tiempo en la Ciudad Eterna
- Adrià pierde el trono Pellegrino
- La tradición del "fakelaki"
- La vigilia del Libertador
- Periodistas en el punto de mira
- El pescaíto que fríen los gallegos
- Amenaza de incertidumbre
- Érase una vez en el Delta…
Categorias
- Bloc de Notas
- Búsquenme allí
- General
- Guía sentimental
- La espuma de las horas
- La mirada de Lúculo
- Minutos de descuento
- otros veranos otras voces
- Sol y Sombra
- Vinos y otros tragos
Archivo
- mayo 2010
- abril 2010
- marzo 2010
- febrero 2010
- enero 2010
- diciembre 2009
- noviembre 2009
- octubre 2009
- septiembre 2009
- agosto 2009
- julio 2009
- junio 2009
- mayo 2009
- abril 2009
- marzo 2009
- febrero 2009
- enero 2009
- diciembre 2008
- noviembre 2008
- octubre 2008
- septiembre 2008
- agosto 2008
- julio 2008
- junio 2008
- mayo 2008
- abril 2008
- marzo 2008
Enlaces
Meta
Una mujer sin piedad
Por Luis M. Alonso (25 de septiembre, 2008)
Uno, a estas alturas de la vida, no esperaría jamás de Lidia Falcón un juicio ecuánime y, mucho menos, piadoso sobre los hombres. Ahora bien, tampoco se me habría ocurrido pensar que pudiera ser capaz de decir, como ha dicho el otro día en Avilés, que todos los divorciados que deciden asociarse son unos maltratadores. A ella ni a nadie, porque resulta tremendamente injusto juzgar que la mezcla de disociación, la del divorciado con su ex mujer, y asociación pueda producir con la holgura que la abogada feminista se manifiesta un efecto tan indeseable.
Falcón tiene al hombre como a un enemigo. Siempre lo ha sido para ella; a partir de ahí se ha hecho profesionalmente, de manera muy desahogada por cierto. Pero incluso cuando el enemigo deja de serlo en casa y se reúne para defender sus derechos, como ocurre con los miembros y miembras de otros colectivos, no ceja el ataque de Falcón. Casado, un maltratador; divorciado, más aun. Así, en todos los casos y sin exclusiones, viene a decirnos Lidia Falcón.
Los roces entre personas que se divorcian por la custodia de los hijos no son nada nuevo. Existen y existirán, porque la justicia carece de capacidad para limar los sentimientos de frustración en circunstancias así y tanto los hombres como las mujeres puedan reaccionar de manera intemperada y hasta violenta cuando se produce una decisión de este tipo que les perjudica. El maltrato sexual, la violencia doméstica o machista, es una de las peores lacras de esta sociedad: una agresión intolerable a la libertad individual. Por esa misma razón no se puede identificar de manera tan gratuita con un colectivo en particular.
Y como de la Falcón no podemos esperar clemencia, de ZP ha dicho que nos distrae con reformas sociales que no cuestan dinero, como si todo hubiera que traducirlo a euros. Una mujer sin piedad.