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Esa memoria que gotea (Sobre un libro inédito de Moreno Villa)
Por Luis Arias
«Desencajado y roto voy, miserable carrito, / al paso del asno de la melancolÃa, / por una cuesta sin vértice, / devorando las hojas del calendario vivido». (José Moreno Villa)
Bendita memoria, cuyo goteo es todo un bálsamo frente a la sordidez de una actualidad que no se prodiga a la hora de darnos alegrÃas. En efecto, bendita memoria, que se va haciendo sitio con discreción y elegancia, sabedora de que aquello que nos trae no es efÃmero. Bendita memoria, que esta vez nos regala, nada más y nada menos, que la memoria de un poeta en el Madrid de la guerra civil. El poeta es José Moreno Villa, al que Ortega en su momento elogió en exceso, al que Juan Ramón puso en su sitio, sin considerarlo tanto como el filósofo.
Pero en este caso no se trata de un poemario de Moreno Villa, sino de su «Memoria». Cuando deja Madrid camino de Valencia, apenas lleva nada consigo, siguiendo la pauta de Machado, pero sà el manuscrito de un diario al que llamó «Notas desde el Madrid sitiado». Pues, bien, esas 700 páginas serán publicadas en los próximos dÃas, con un tÃtulo muy escueto, «Memoria». La edición corre a cargo de Juan Pérez de Ayala, cuyo apellido tanto tiene que ver con Asturias y con la República. Desde luego, los de entonces ya no son los mismos, pero no pueden no parecerse.
No deja de ser llamativo el tÃtulo del libro, «Memoria», la que atesora y consigna un poeta al que apenas nadie recuerda, que no ocupa demasiado espacio en los manuales de la historia literaria, pero que, sin embargo, fue testigo de lo mejor de un tiempo y un paÃs, de la segunda Edad de Oro de nuestras letras, tal como reivindicó repetidas veces Juan Marichal.
Moreno Villa cuenta sus vivencias desde una atalaya muy especial, tanto es asà que aquellas cuartillas las escribió desde la colina de la Residencia de Estudiantes, uno de los enclaves de referencia de un momento histórico en el que las letras españolas estaban entre lo mejor de Europa y en el que la ciencia recuperaba con éxito los siglos perdidos de retraso y fanatismo.
Esa memoria que gotea, frente a las constantes invectivas contra una República a la que, de un lado, se sigue pretendiendo sepultar, y que, a pesar de todo, no deja de enviar testimonios de sus epÃtomes más ilustres que dan cuenta precisamente de lo irrepetible de un momento histórico en el que se proclamó el único Estado no lampedusiano de nuestra historia contemporánea.
Esa memoria que gotea, en este caso, la de un poeta difÃcilmente clasificable generacionalmente, nacido en 1887, es decir, cuatro años antes que Salinas, al que los historiadores de la literatura consideran el escritor más viejo de la mal llamada Generación del 27. Un escritor que está, como nuestro Fernando Vela, entre las generaciones del 14 y la del 27, un poeta cuya obra se mueve entre dos mundos, y, asà las cosas, su nexo de unión no es nada fácil de establecer.
Pero, en todo caso, lo que aquà nos trae no es la obra poética de Moreno Villa, sino sus memorias, su diario, género que con tanto éxito se cultivó en una época en la que la obra de Amiel estaba tan omnipresente entre los grandes literatos.
Lo más pertinente, a la hora de hablar de este libro, serÃa incluirlo en aquello que, con tanto éxito y precisión, denominó Pedro Salinas como «poesÃa de las ideas».
Esa memoria que gotea. El libro del que venimos hablando no hará que Moreno Villa se convierta en un escritor conocido. No estará entre los tÃtulos más vendidos, ni siquiera entre los más reseñados. Sin embargo, se trata de todo un acontecimiento cultural, de un regalo a la justicia poética, de una prueba irrefutable de que la llamada Edad de Plata o, también, segunda Edad de Oro de nuestras letras sigue viva no sólo por la calidad que atesoran las grandes obras que entonces se escribieron, sino también porque se siguen recuperando autores y libros que ayudan a completar un panorama inagotable.
La memoria, poética, de un escritor olvidado. La memoria de un testigo privilegiado de la vida literaria y artÃstica de una España que asombraba al mundo. La memoria que viajó en una maleta en la que tenÃa cabida el relato de la guerra y del exilio.
Una memoria que no se apaga, cuyas páginas jamás se acartonan, una memoria que destila lo mejor y que se prodiga en pequeñas dosis, goteando.
José Moreno Villa, tutor en la Residencia de Estudiantes, poeta, literato, retratista y testigo de cargo de una España peregrina que nunca pudo ser expulsada de aquellas borgianas bibliotecas de los sueños donde habita la mejor literatura, que se resiste, con sigilo, al olvido.
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