Lo incisivo frente a lo ambiguo

Por Luis Arias

Rubalcaba, en lo incisivo, brilló más que Rajoy. El candidato conservador no dejó de complacerse en los fracasos y vaivenes de los anteriores gobiernos en los que su oponente tuvo responsabilidades innegables. Don Alfredo estuvo dando por hecho, al margen de su voluntad, el triunfo de Rajoy. Pero consiguió sembrar inquietud entre el electorado de izquierdas desencantado del PSOE y resignado a que llega el turno de los populares por deméritos de la izquierda de siglas que nos gobernó durante los últimos 8 años.

Rajoy tenía muy fácil desarmar a su antagonista, sobre todo con el paro. No conjugó el verbo concretar. Y no pasó del sentido común. Para ello, tendría que haber desarrollado una ironía y mordacidad con las que parece contar. Ambos anunciaron lo obvio, sin dramatizarlo y sin solemnizarlo, lo que es de agradecer: estamos, en efecto, en tiempos difíciles. La forma de afrontarlos que plantearon no podía ser otra: el esfuerzo y la implicación de todos. Pero soslayaron que no es fácil contar con la implicación de una sociedad que manifiesta cada vez más su desapego y rechazo hacia la mal llamada clase política. Y, en este punto, el de la imprescindible regeneración de la vida pública, ninguno de los dos se comprometió seriamente, sólo Rubalcaba apuntó algo con respecto al desbloqueo de las listas electorales.

Ambos pasaron por alto que la especulación urbanística, las deudas de los Ayuntamientos, el dinero fácil, los sueldos disparatados, los gatos superfluos, son responsabilidades compartidas. Y no manifestaron voluntad alguna de enmendar ese estado de cosas. Es decir, no hubo menciones a la corrupción. A ambos les sobraban los motivos para no aludir a ella. En cuanto a los servicios públicos y las pensiones, la sanidad y la educación, no es justo que Rubalcaba se erija en su principal garante cuando su partido abrió la espita a la tendencia a la privatización que va a más. No hace muchos días González se pregunto si había sido pertinente su apuesta por la enseñanza concertada. Del deterioro causado en la enseñanza, mejor no hablar.

Quedó intacta la vertebración territorial de un Estado de las autonomías que está muy lejos de ser eficaz y de contentar a todos. Al próximo Gobierno le tocará actuar con guantes de seda ante el escenario que se abre en el País Vasco y ante el encaje de Cataluña dentro de España. ¿Habrá aquí un programa oculto en común, o faltarán ideas para afrontarlo como las circunstancias demandan?

Un Rubalcaba incisivo y un Rajoy ambiguo. Al que se siente ganador no le hacía falta agitar. Al que se consideraba en la obligación de abogar por un discurso de izquierdas que no se llevó a cabo, le tocaba plantearlo.

Nunca fue tan secundario ganar un debate, ante la crónica de una derrota anunciada.

Categoría: 1 Comentarios(0) noviembre 2011

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